viernes, 27 de noviembre de 2015

Renato Cisneros - La distancia que nos separa


La distancia que nos separa
Renato Cisneros
Editorial Planeta 
355 pp.

"Este libro es una novela de autoficcion...". Esta simple advertencia te persigue a lo largo de La distancia que nos separa de Renato Cisneros, periodista, mediático escritor quien puso de cabeza la FIL2015 y cuyo libro se colocó como el más vendido de la feria. Tuve que hacer una enorme cola con mi hija colgada de un arnés (lo que me facilitó pasar la cola, debo confesar) y no hubo manera de ingresar al salón donde presentaría su novela con un aforo de 100 personas y 600 esperando caber en donde era imposible.

Estar en la lista de los libros más vendido de la FIL2015 no es necesariamente un orgullo: es un éxito comercial (es decir, los libros que lo acompañan son de una disparidad que se los dejo a su discreción) y tomando en cuenta que su autor es popular (sobre todo luego de haber alcanzado un relativo éxito como bloggero de Busco Novia), lo que esperaba era que el libro tenga una calidad literaria notable.

Y de eso se puede estar seguro. Cisneros se ha asegurado de regalarnos poesía, pero es su prosa y en concreto la que llena las páginas de este libro la que consigue que su autor se coloque entre los mejores de su generación. Creo adivinar que de la enorme cola de gente aprestada a recibir la firma de su autor (y si, me quede sis firma...) no todos habrían quedado felices con el libro. A diferencia de otros textos de Cisneros, este es íntimo, muy emocional, complejo y aunque su prosa es ligera y firme, su lectura no es igual de ligera (editorialmente, es arriesgado mantener un capítulo de 100 páginas).

¿Es esto una biografía? ¿Es un ejercicio de psicoanálisis? ¿Es una declaración de madurez? ¿O es sencillamente la búsqueda de una identidad? Es todo esto y quizá eso a lo que su autor de refiere como una "autoficción" porque no es la vida misma, es la vida recreada. Cisneros no se calla nada: confiesa sus delitos, su descarnada crueldad con las lagartijas,de la pérdida de la fe, inclusive sus dudas entre la sinceridad entre familiares y amistades que lo debe de haber metido en algunos problemas, pero no es un libro biográfico ni de chismes. Es el libro de un hijo y su padre.

Diferentes lectores encontraran diferentes formas de abordar el libro y yo solo puedo hablar de la mía: soy contemporáneo con Cisneros, y eso hace que la figura del Gaucho Císneros, su padre, sea realmente de autoficción: no he contrastado su imagen literaria con su imagen pública. Me he tragado al personaje que su autor quiere construir, un hombre duro, recio, distante, inabordable, severo, incapaz de complacer, pero también un hombre de familia, preocupado por la educación de sus hijos, de que nada les faltase, honesto, sincero y sobre todo valiente, inflexible, seguro de si mismo. Es resumen: un padre como muchos de los que hoy rozamos los cuarenta hemos tenido: un hombre que puede ser tan distante que, en el caso del Gaucho Cisneros, con una dentadura postiza desde sus años de cadete, sonreía desde el vaso de cristal donde dormía su sonrisa.

Este libro es doloroso por momentos, es un libro que su autor necesitaba escribir para iluminar su espacio, cubierto de la sombra de un personaje enorme y encontrar respuestas en las contradicciones que los envuelve a ambos; Renato se da cuenta en su niñez que su padre es un hombre importante y treinta años más tarde se encuentra en un sala atestada de gente presentando un libro sobre él, repitiendo su éxito como declamador con un texto escrito por su padre. Cisneros le encuentra sentido y relación a eventos que para otros pueden pasar inadvertidos: tal vez sea el deber de un hijo separarse de su padre lo suficiente para verse reflejado en él de cuerpo entero.

Hoy tengo una hija (algo que quizá le suceda a Renato en algún momento): algunos hijos nos convertimos en padres y La distancia que nos separa no solo nos pone frente a nuestro hacedor, sino ante nuestro nuevo papel de hacedores. "Si la muerte de un hijo entumece al padre, la muerte del padre despierta al hijo".

El libro culmina con reflexiones sueltas, como inconexas, escritas con pasión y nostalgia. Me hizo recordar a las páginas finales de Mortalidad de Christopher Hitchens, en donde su autor suelta sus últimas ideas, apresurado antes que la muerte lo alcance. Renato parece querer despojarse de la sombra de su padre, exorcizándolo, reinventándolo, pero sobre todo reinventándose a si mismo. Ha logrado un libro íntimo y personal, sin tener que ser un libro escandaloso. Afortunadamente Cisneros ha tomando un relato personal y ha utilizado su momento, su popularidad como periodista (con rana incluida), para acercarnos a un éxito literario. Ha arriesgado construyendo un texto en donde el peso esta en la literatura y no en su imagen, acercándose a otros autores de su generación y alejándose de otros cuya fama radica es su imagen televisiva.

"Hasta que no hayas hecho algo por la humanidad, deberías avergonzarte de morir" nos recuerda Hitchens las palabras de Horance Mann. Esa es la razón por la que El Gaucho llego a su últimos días sin un ápice de vergüenza.

Allí esta mi copia esperando su firma. Pero sobre todo estoy a la espera de que las decisiones que ha tomado el autor luego de habernos lanzando su libro al mundo literario nos arroje nuevas sorpresas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario